miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Marcha de los que odian.

A esta altura no quedan demasiadas dudas, que fue en la preocupada usina Clarinista  donde tuvo origen la prolija construcción de una marcha en que un heterogéneo grupo de protestadores tratará de torcer el rumbo que más de Doce millones de argentinos ratificaron hace unos pocos meses.

Hábilmente montados en el egoísta espacio de una clase que jamás en la historia ha demostrado el mínimo interés en el dolor ajeno, Magnetto y sus socios buscan dar otro de sus tantos manotazos de ahogado, en un naufragio que sólo hunde sus pretensiones monopólicas, nunca su derecho a informar, opinar y publicar sus ideas y la de los muñecos que hablan a través de sus estómagos.

El derecho a protestar, tantas veces ejercido con maravilloso coraje a lo largo de nuestra historia, tendrá este Jueves uno de sus más tristes episodios. Es que en esta nueva Argentina, donde los símbolos recuperan el valor que años de torturas, asesinatos y desapariciones han querido infructuosamente borrar, la pelea del poder monopólico, ya no puede darse en los despachos oficiales, donde antes eran amos y señores, y hoy tienen acceso restringido.

Esta es la marcha de la mentira. Mentira que ni siquiera está disimulada en la pretendida espontaneidad que a poco de andar cayó estrepitósamente, mentira que ya no ofende a organizadores y voceros del Grupo apropiador de Papel Prensa, que con cotillón y logística pagado con dinero de ciudadanos porteños, se aprestan a la gran convocatoria en la que se unificarán Macristas, Moyanistas, Barrionuevistas y Nostálgicos del poder de los cuarteles y de las economías del Deme Dos y el Uno a Uno que les permitía descansar en Miami y Punta del Este, del triste espectáculo de fábricas vacías que podía ofrecer como único paisaje la Argentina.

Marchan los ideólogos del Menemismo puro que aliado a Alsogaray vendió a precio vil las empresas que hoy el pueblo va recuperando,  los que pedían y ofrecían dejar de robar dos años, los que reclamaban no remover el pasado para que torturadores y asesinos siguieran libres, los que determinaban a través del "Libre Mercado", cuando un presidente concluía su mandato, o un ministro debía cambiar de rubro.

Por las calles argentinas, esta vez, no marcharán las Madres de Plaza de Mayo pidiendo Juicio y Castigo a los Culpables, como lo hicieron durante casi 30 años. No marcharán los empleados estatales luchando por la quita de sueldos y las cesantías que motivaron las Leyes de Reforma del Estado y Emergencia Económica. No marchará Norma Plá, ni Carlos Imizcoz pidiendo jubilaciones dignas que alcanzaran siquiera para los remedios. No marcharán los ferroviarios del ramal que para ramal que cierra, ni los docentes de la Carpa Blanca. No marcharán los médicos de los hospitales públicos ni los despedidos de YPF.
Esta vez las calles, no serán pisadas por alpargatas y botines de seguridad, reemplazadas ahora por taco aguja, zapatillas Nike de Mil doscientos pesos, y borceguíes de neo nazis.

Es que ya a esta altura, con tanta tinta vertida y tanto segundo de televisión invertido, los marchantes serán, o desestabilizadores convencidos, o útiles desprevenidos al servicio de los primeros.

Nunca una marcha tuvo tanta disparidad de consignas, porque la consigna principal en no tenerlas. Eso es lo que hace posible que no se ponga techo alguno, para que coincidan en la calle el Rabino Bergman con la pronazi Cecilia Pando, al servicio ambos de un mismo fin, el de pelear por los intereses del Monopolio Mediático que organizó todo.

Para quienes se paran en la otra vereda, en la del aluvión zoológico que más de 50 años después de su ingreso a la vida política, recuperó el protagonismo que a fuerza de picanas y vuelos de la muerte le habían quitado, el 8N sólo debe ser la verificación del odio. Del odio de una clase que nos sigue demostrando que el camino es el correcto, que el horizonte hacia el que vamos es el que venimos buscando desde siempre.
El 8N es el pulgar hacia arriba que nos hace Néstor desde algún lado, el que sigue advirtiendo que Clarín está nervioso, y que eso quiere decir, que estamos haciendo bien las cosas.

Para corregir hay mucho, porque es mucho lo que estamos haciendo, pero lo corregiremos nosotros, los que sostenemos esta democracia pluralista e inclusiva, los que nos encontramos cada día trabajando para hacer de este país una tierra digna que dejarle a nuestros hijos.

Marchen Gorilas, que el futuro es nuestro, del Pueblo que gobierna !!!




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