lunes, 21 de septiembre de 2009

PRIMAVERA

La primavera se ve en las calles: en los colores de las vidrieras; en las risas de las niñas que se balancean felices por las veredas de Buenos Aires, como pájaros salvajes en celo; en el paso relajado de los hombres de traje y maletín que cruzan la Avenida 9 de Julio escuchando La Mosca en su MP3 que hasta ayer sólo estaba cargado con Joaquín Sabina y Arjona.

La primavera cambia los estados de ánimo;  predispone a la amabilidad al cajero del Banco Patagonia ventanilla Dos hasta extremos inauditos; relaja el rostro anguloso del kiosquero de Belgrano y Berutti y afloja los elásticos del corpiño de la promotora de Pan Bimbo en el Carrefour de Avenida Pavón.

La primavera nos viste de fiesta y nos lava la cara por los próximos trescientos sesenta y cuatro días; nos invade con sus olores a hierba fresca, flores silvestres y caca de perro. La primavera explota como sólo Vivaldi puede contarlo, y se mete en la piel y los huesos de cada habitante de esta ciudad de acero y cemento.

Por eso es que la primavera me rompe las pelotas.