martes, 17 de febrero de 2009

LA VIDA A LOS CUARENTA


Hay barreras en la vida, que aunque invisibles, son concretas. Una de ellas, universalmente reconocida es la “Barrera de los cuarenta”. Cierto es que en algunos casos, la inmadurez innata de las personas, lleva esta barrera a horizontes más lejanos, ya que el asumir la adolescencia in eternum permite desconocer este tipo de fronteras sin complejos ni prejuicios.
No es ese mi caso. Desde el 17 de Febrero del año pasado he asumido el rol que todo hombre de cuarenta año debe asumir. Se acabaron las boludeces. Basta de risotadas en los velorios y los actos escolares de nuestros hijos, basta de tirar con migas de pan en los restaurantes, basta de colarse en las colas de los bancos y de lanzar avioncitos de papel en los cines, basta de escribir Fernando Niembro y Closs se la comen, detrás de la puerta de los baños de los shoppings, ya no más sonrisas cómplices cuando la maestra de nuestros hijos nos habla de la importancia de mantener el orden en clase.
Se acabó.
Es hora de que mis hijos me vean como el padre que soy y que mi padre vea en mí el crisol donde se funden los sueños que acuñara desde los meses de gestación.
Ya puede ver mi mujer en mi persona, a quien vele por el futuro de la familia en los años venideros, procurando protección material y espiritual, calor humano y contracción al trabajo sin pausas que permita afianzar un mañana sin sobresaltos.
En este marco de reflexión, de recogimiento, de mirada interior, pude comprender la verdadera esencia de la vida. No es un momento fácil, no es la hora de los tibios y los acomodaticios, pero es tiempo ya de ponerse los pantalones y dar sentido definitivo a una vida que no ha sido precisamente un canto al sosiego y a la prudencia.
Por eso he decidido, y en esto ya no hay vuelta atrás, tomar al toro por las astas y construir un rumbo que ya no se modifique. Basta de perder el tiempo tratando de encontrar una vocación a esta altura de la vida. Ya intenté con la ingeniería electrónica, con la psicología, con la historia, con la comunicación social, con la filosofía, y últimamente con esa patética carrera de abogado.
A la mierda con todo eso!
Yo nací para piloto de Fórmula Uno!
Si. Eso es lo que quiero ser.
Se lo comenté a mi padre hace unos días y pude notar la aprobación en su rostro, en su mudez, en su elevar los ojos al cielo juntando las manos como Ceferino Namuncurá en las estampitas.
Él siempre me apoyó. Recuerdo hace unos pocos años cuando en mi cumpleaños número treinta y ocho le anuncié que iba a ser astronauta - Eso es justo para vos, nene – me dijo.
Es que yo, en realidad, lo hago por él. Mi vida estuvo casi por entero dedicada a él.
¡La alegría que tenía ese hombre cuando obtuve aquel premio en el Instituto Superior de Formación musical y artística Latinoamericana y del Caribe! Yo cursaba Bombo I y en el acto de fin de año me promocionaron a Bombo II con mención de honor por mi trayectoria.
No era para menos, llevaba siete años intentando que me saliera la Zamba de mi esperanza, algunos de mis ex compañeros ya habían actuado en la Plaza Próspero Molina, y otros eran bombistas ya consagrados, el Tula, por ejemplo, estaba entre ellos.
Pero... - lo que cuesta vale José -, le dije a mi padre, y vaya si era valioso ese logro.
Otra gran emoción que recuerdo haberle dado fue el día que porté la bandera en el acto del 9 de julio de 1977 en el cuarto grado de la Escuela N° 24 de Gerli.
¡Qué orgulloso estaba! Cuando se lo dije no lo creía, me senté enfrente suyo en la cena, lo miré a los ojos y le dije:
- José, en el acto de mañana voy a llevar la bandera.
Él miró a mi madre y con la voz serena pero firme le dijo:
- Este pibe me toma por pelotudo, está cada día peor.
Lo tomé como un halago, sabiendo que a mi viejo siempre le había costado expresar sus emociones.
El día del acto, la Escuela era un hormiguero, no cabía un alfiler en ese inmenso patio de baldosas amarillas ornado con guirnaldas celestiblancas, banderas albicelestes, gigantescas escarapelas blanquiazuladas. Decenas de padres y madres, abuelos, hermanos, primos y tíos, acompañaban con respeto al alumnado impecablemente formado, prolijamente alineado, minuciosamente acomodado.
Por los parlantes se escucharon los primeros acordes del disco de la Fanfarria Alto Perú del Cuerpo de Granaderos a Caballo Don José de San Martín. Entonces, comencé a caminar lentamente hacia el frente, con el pecho erguido, alzado el mentón a unos 30° con respecto a la línea imaginaria que corría paralela al suelo a la altura del nacimiento del cuello, anchos los brazos y rectas las piernas, hasta que al llegar al borde del escalón del mástil resbalé, cayendo pesadamente contra la Señora Directora, la Señorita Delia y el Señor Inspector General de Escuelas tirándolos a todos a la mierda.
No se lo que ocurrió después, una especie de amnesia post traumática me acompañó durante los años siguientes y ya no pude recordar quién era por un largo tiempo.
La terapia me ayudó a salir de ese pozo y hacia los treinta años ya había recuperado mi lugar en el mundo. Fue entonces que decidí recuperar el tiempo perdido y dedicarme de lleno al estudio. Tuve una vida muy rica, no reniego de ella, pero todo Napoleón tiene su Waterloo, y yo no soy una excepción a esa regla.
Por eso en estos últimos diez años afronté los riesgos con los que el saber acecha a los curiosos y orgulloso de mi recorrido vengo a plantar bandera en esta tierra virgen que es la vida después de los cuarenta.
Ya no hay tiempo para medias tintas, ya dejamos atrás los avatares de la juventud, es tiempo de decisiones valientes, hay que desensillar hasta que aclare, no hay lugar para los ligeros de espíritu, el buey sólo bien se lame, el hábito no hace al monje, no hay mal que por bien no venga, vamos a andar. Y andar, en esta etapa de la vida, significa reafirmar las convicciones, asumirse realmente como es uno, dejar de lado las metas pequeñas y avanzar con decisión hacia los grandes objetivos.
¿Dónde está para mí la felicidad?
¿Qué es lo que me hará sentir pleno, realmente?
¿Qué quiero hacer de mi vida?
SER PILOTO DE FÓRMULA UNO.
Y si. ¿Cuál es el problema? Imposible is nothing! Menem, De la Rúa, Duhalde, Rodríguez Saá, e Isabelita fueron presidentes de la nación.
¿Leyó bien?
Menem, De la Rúa, Duhalde, Rodríguez Saá, e Isabelita fueron presidentes de la nación.
Si. ¿Por qué no puedo yo ser piloto de Fórmula Uno?
Baby Etchecopar es comunicador social, María Julia fue Secretaria de Medio Ambiente, Fredes juega en la primera de Independiente... ¿Por qué no puedo yo ser piloto de Fórmula Uno?
Es más, si se me permite otro ejemplo: Tuero fue piloto de Fórmula Uno !!! ¿Por qué no puedo serlo yo?
Tarde es para los mediocres, para los débiles, para los timoratos, pero no para un hombre que asume su liderazgo en la cadena evolutiva, su rol de eslabón mejor dotado, su figura protagónica en la historia del planeta.
Asumo entonces con plenitud mi derecho a ser feliz, a elegir mi manera de realizarme, y desde hoy comenzaré a prepararme sin prisa pero sin pausa para los objetivos que me he trazado.
Así deberán entenderlo mis afectos si de verdad me aman: se acabó el hombre que hace los asados, el que va a comprar facturas los domingos, el que arregla el lavarropas cuando se traba con los alambres de los corpiños, el que putea a la policía de tránsito cuando pasa frente al Destacamento del Puente Pueyrredón, el que infla las ruedas de las bicicletas, el que atiende al sodero y le dice al cartero que no tiene idea quién es Pablo Isi y que debe ser el dueño anterior de la casa que murió hace unos meses y que ya no lo busquen.
Desde hoy, mi vida tiene un norte preciso: me espera la velocidad, el vértigo, las decisiones tomadas en milésimas de segundo, los viajes por el Principado de Mónaco, Imola, Hockenheim, Mont Meló, Interlagos, Silverstone...
Lo siento por quienes se sientan heridos, pero es mi decisión, eso es lo que quiero ser y tengo derecho a elegir.

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