lunes, 11 de enero de 2010

Clarín: el gran diario argentino.

La palabra, siempre fue una herramienta política formidable.
Los secretos de su uso fueron el arma fundamental de los grandes líderes de la historia de la humanidad, y en estos tiempos donde las comunicaciones son instantáneas de cualquier punto a otro del planeta, quienes tienen la fuerza de imponerla, poseen una cuota importante del poder social.
Ese poder, tiene variables ineludibles que potencian o disminuyen la fuerza con que el mensaje llega a los destinatarios; variables que tienen que ver con la credibilidad del emisor, con la consecuencia y la coherencia de su trayectoria y con la conducta ética sostenida a través del tiempo.
Sin embargo, la propia condición humana tiene sus limitaciones. Los años pasan, las generaciones se suceden, y no siempre está a la vista que los mentirosos de ayer son los mentirosos de hoy.
En todas las sociedades, los medios de comunicación sirven a determinados intereses, y esos intereses siempre, en mayor o menor medida, condicionan las opiniones; ese condicionamiento, sin embargo, debe  (o debería), tener una barrera, que es la ética.
Frente a ella, aún desde el dolor de las propias contradicciones, no se debe transar, porque opinar, nunca puede ser mentir, desde ningún lugar, y desde ninguna causa.


"Violencia es mentir" cantaba el Indio Solari, y nunca tan acertada la frase. Desde la mentiura se combate, y la disyuntiva mentira-verdad podría aplicarse tranquilamente a todas las polarizaciones ideológicas que la historia nos muestra.
Las movilizaciones populares con la VERDAD como bandera, se alzaron contra la negación del holocausto, contra los crímenes de las dictaduras, contra los atropellos constantes del poder y sus esbirros.
Siempre la VERDAD fue un reclamo popular. Nunca el PODER reclamó verdad, porque la verdad, en este capitalismo salvaje y criminal, es el reconocimiento de las culpas, la aceptación de las responsabilidades.
La mentira no siempre tiene patas cortas.

La historia del Poder en la Argentina, podría contarse desde los titulares de los diarios;  y de eso se trata esta nota, de RECORDAR  con cuentagotas, quien es quien.

La CRISIS causó dos nuevas muertes dice Clarín.
Las muertes a las que se refiere Clarín son las de Kosteki y Santillán, asesinados por la policía a la que Duhalde ordenó reprimir.
Las muertes de la crisis de las que Clarín habla, son muertes por la REPRESIÓN de DUHALDE, como fueron muertes por la represión de De la Rua seis meses antes.
Arriba del titular grande, puede leerse "no se sabe aún quienes dispararon contra los piqueteros". La frase pretende desmentir con un cinismo a toda prueba, las contundentes fotos obtenidas por el reportero gráfico que documentó con toda precisión el accionar del asesino Franchiotti y sus cobardes cómplices.
Página12, sin embargo, no tenía las dudas de Clarín. Atribuía los asesinatos a la represión policial y el nombre del instigador aparece en la portada del 27/06/02, a pocas horas de los crímenes.

Las vacilaciones que evidencia Clarín ante dos terribles asesinatos a sangre fría de la represión policial ordenada por el presidente Eduardo Duhalde, contrasta terriblemente con la tapa más contemporánea de la crisis "del campo". Allí no hubo muertos, pero Clarín llama a las cosas por su nombre, y se atreve a poner REPRESIÓN, con la precisión que no tuvo tras la muerte de Kosteki y Santillán.

La utilización de la palabra en el diario de la señora de Noble no comenzó en este siglo, basta con ver los titulares con que Clarín recibe a la más sangrienta dictadura militar de nuestra historia: Nuevo gobierno dice Clarín, para quien las dictaduras militares nacen de un repollo.

El lenguaje mesurado para definir el golpe criminal de Videla, Massera y Agosti, se mantiene con la rendición en Malvinas. Cesaron los combates dice Clarín, como si fuera la voluntad divina, o un pase magistral de Houdini en las tierras heladas de las islas.











Podríamos poner un manto de piedad, admitiendo que en los años de dictadura, ser valiente costaba la vida, pero ese argumento ya no podrá sostenerse cuando el mismo diario anuncia muchos años después el golpe de estado al gobierno constitucional del presidente Chávez, con un increíble "Cayó Chávez". Si amplían la imagen de la tapa podrán leer: "el presidente se entregó a tres generales. Aislado, con las fuerzas armadas sublevadas y miles de personas en las calles, Chávez dejó el poder"
Los más memoriosos, recordarán todavía la vergonzante cobertura del miserable mercenario Andrés Repeto en TN Internacional durante aquellos días.

Otros diarios, como Página 12, titularon "Golpe en Venezuela", por lo que aquí tampoco podemos utilizar el argumento de la "confusión inicial" para justificar  el repugnante título del gran diario argentino.



Sin embargo, tres días después, tras impresionantes movilizaciones populares, Chávez tuvo su 17 de Octubre, y volvió a ocupar el lugar para el cual fue legítimamente electo por el pueblo venezolano.

Allí, con el resultado puesto, Clarín titula: "Fracasó el golpe", y en la portada corrige: "un golpe cívico-militar lo derrocó el viernes. Miles de personas esperaron su arribo a la sede de gobierno"

El "periodismo independiente" de Clarín es la primera mentira de esta historia. La empresa defiende sus intereses, y eso le ha permitido favorecerse con algunas de las estafas más grandes de la historia argentina.
Sus políticas extorsivas a lo largo de estos años de democracia, le permitieron superar holgadamente todas las crisis, enriqueciéndose a costa del dinero del pueblo con pesificaciones de cuantiosas deudas contraídas por créditos en moneda extranjera que sanearon sus déficits y permitieron la expansión del grupo hasta cruzar los límites permitidos de cualquier norma legal que se opusiera a su camino.

Pablo Llonto es periodista y abogado.
Como abogado colaboró con el CELS en 1985 en los juicios por desapariciones de personas durante la dictadura. Actualmente representa a familiares de desaparecidos en las causas de los centros ilegales de detención y tortura de la ESMA, Campo de Mayo y Automotores Orletti, entre otras.
Como periodista colaboró en numerosos medios del país y del mundo, fue periodista redactor del diario Clarín entre 1978 y 1991, siendo delegado gremial los últimos 15 años y aún después de su despido, que terminó de resolverse en la Corte Suprema de Justicia en 1999.
Varios cuerpos gremiales fueron descabezados por el periódico de los Noble, e incluso hace pocos días, los delegados Marcelo Moreira y Ricardo Junghans debieron ser reincorporados tras un fallo judicial que obligó a la empresa.


El Libro de Llonto "La Noble Ernestina", atravesó numerosos obstáculos desde su edición, que casi no tuvo difusión y fue muy difícil de hallar en las librerías.
 
Estos son algunos de sus párrafos:

"No queda otra que devaluar. Estamos endeudados hasta los huevos. El Grupo Clarín debe 3.000 millones de dólares. Si seguimos con este valor de un dólar un peso, no hay forma de pagar y los bancos se van a quedar con nuestras empresas" (del abogado Jorge Rendo, en audiencia privada con el presidente interino Adolfo Rodríguez Saá, p. 274).

"¡Doctor Rendo! ¿Otra vez usted por acá?! (de Adolfo Rodríguez Saá, un día después, en una reunión del presidente interino con empresarios).

"A mí, me sacó Clarín" (Adolfo Rodríguez Saá, p. 275).

"Nosotros mantenemos al Grupo Clarín con lo que le paga el Estado" (senador radical José Zavalía, al aire de Radio Mitre, año 2002, en el programa de Néstor Ibarra, p. 279).

"Nosotros no vivimos, gracias a Dios, de la publicidad oficial" (Jorge Rendo, al aire en el mismo programa de Néstor Ibarra, p. 280).

"La Alianza está de cumpleaños" (título de Clarín el día de la muerte de René Favaloro, año 2000, p. 262).

"Por esa razón, y porque necesitaba crecer mucho más entre la clase media, (Carlos Ruckauf) aceptó ser contratado por Clarín, a cambio de 10.000 dólares, para ser protagonista de un aviso publicitario. Se trataba de promocionar un concurso que en las páginas deportivas del diario premiaba a los que armaban los mejores equipos de fútbol: El Gran DT. El elenco de actores se completaría con un cuarteto que también se deprimía si cada mañana no veían sus apellidos en los titulares: Graciela Fernández Meijide, Chacho Alvarez, Jesús Rodríguez y un infaltable en cualquier fritanga que armara el matutino: Antonio Cafiero" (p. 241).

"¡Me importa un carajo que tomen el diario, que no saquen el diario y que se trepen a las máquinas. No hay aumento de sueldo y se terminó!"; (Héctor Magnetto, 14 de julio de 1989, p. 200).

"Cuando la Viuda puso los pies en la residencia de Olivos tenía pensada la frase con la que iría al grano: 'por favor, que se calle (Guillermo Patricio) Kelly' (autor de la frase, mostrando unas fotos frente a las cámaras de ATC, 'señora de Noble, ¿usted sabe de quién son estos niños?). 'Por favor, que se calle (Liliana) López Foresi-, respondió Menem" (p. 212).

"Y el acto censor, que generalmente no se percibe, esta vez fue tan evidente que, cuando López Foresi se quedaba unos segundos callada después de presentar una noticia, era como un repique de campanas que anunciaba el tamaño de la venda que habían puesto sobre su boca". (p. 212)

Y Jaroslavsky advirtiendo: "hay que tener mucho cuidado con ese diario, embiste como partido político pero después se escuda en la libertad de prensa".

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