miércoles, 24 de junio de 2009

Hijos del agua

Vaya uno a saber por qué misteriosa razón, el punto de partida de nuestro árbol genealógico se ha instalado en el mono.
El mono es elevado al altar de primer antepasado, como si hubiera llegado de Venus o si los anteriores miembros de la cadena evolutiva no acreditasen merecimientos suficientes para una mínima mención.
¿Y antes del mono qué?
¿Hubiera habido mono sin batracios, sin reptiles, sin medusas?
No hubiera habido monos sin árboles...
Quién sabe...
Deberíamos intentar al menos, ser un tanto más justos en la evaluación de los méritos de quienes nos precedieron. No digo llegar hasta el Big Bang, porque ya sería una desmesura de antepasado al que sería incómodo incluso homenajear, y el debate entre creacionistas y evolucionistas limitaría más aún de lo que ya lo ha hecho, el agasajo intergeneracional; pero al menos, ampliar nuestra mirada hasta un poco más allá de lo inmediato.