jueves, 19 de febrero de 2009

SER PADRES HOY

El día en que me fue anunciado que sería padre de un varón, sentí que la vida me estaba dando otra oportunidad. Hacía cinco años era padre de una hija y a esa altura podía ya reconocer sin ningún tapujo, mi rotundo fracaso.


En Anaclara había depositado todas mis expectativas. Desde los meses de su gestación soñaba con compartir con ella sus años de crecimiento y formación: verla trepada al alambrado puteando al referí, o al Técnico rival, en la platea baja de la doble visera, o rompiendo los vidrios de las oficinas de la Curtiembre Espósito que dan a la calle Madariaga, o escupiendo desde el balcón de la casa de la tía Hilda en la cabeza de las viejas que pasaban por el Pasaje Filiberto, dos pisos más abajo.


Pero no, nada de eso pudo hacerse realidad. Anaclara, ya de muy pequeña, era una niña dulce, amable, aplicada, abanderada y buena compañera. Desde muy temprana edad se le daba por leer poemas de Neruda y recitármelos al oído para despertarme en las mañanas. Lo que se dice una hermosura de hija. Recién ahora, con trece años recién cumplidos, está comenzando a tener algunas actitudes de excremento humano, caprichos y contestaciones de mocosa miserable y mal educada, pero eso desde hace unos pocos meses.


Decía entonces, que viendo en ella la cristalización del fracaso de mis expectativas como padre, la noticia de la llegada de Camilo Ernesto renovó mis energías y mis ganas de redoblar los esfuerzos para llevar adelante una digna paternidad.


La vida me daba revancha y no podía dejar que se me escapara la tortuga.


Desde que vio la luz, Camilo fue la personificación de la maldad. Podría decirse que nació malo, con el sello de Satanás en la frente.


En sus primeros meses de vida, cuando Camilo se enojaba mucho movía objetos como la nenita de Carrie; cuando quería teta, la mesita de luz saltaba sobre sus patas, los veladores se caían y el queso fresco caía resbalando por la puerta de la heladera. Nunca contamos a nadie sobre esto, temiendo que comenzaran las habladurías de las chusmas del barrio y que hicieran de la vida de nuestro niño un auténtico vía crucis.


Sin embargo, y pese a la discreción de sus padres, el apodo Satanás salió a la luz y fue aceptado por el mundo externo no sin pocos temores. Mientras tanto, nuestro niño crecía feliz. Tiraba de los pelos de los bigotes de los gatos, incendiaba hormigueros rociándolos previamente con alcohol, tiraba macetas desde la terraza, tajeaba la Pelopincho con los cuchillos tramontina y escupía las tortas en los cumpleaños. Hasta ahí, todo estaba dentro de lo normal, sabíamos que era un niño inquieto, pero no era para preocuparse. Ya cuando cumplió los tres años la cosa empezó a complicarse, abría las botellas de Chivas en los mercados y se llenaba la mamadera en algún descuido de la madre; llegaba a la caja con un pedo memorable y se ponía cargoso con las cajeras, hasta que decidimos cortar por lo sano y cada vez que salíamos de compras le mezclábamos un lexotanil en el jugo Cepita de manzana y santo remedio.


Fue para esos años cuando decidí tomar parte más activa en su educación y asumir el rol de padre con el cual la vida me había honrado. Compré una escopeta Beretta Al-391 Greystone sólo para impresionarlo, no tenía hasta allí intenciones de usar armas de fuego contra el, pero entendía que una política de disuación sería más efectiva que la represión indiscriminada. por unos días esto fue así, la amenaza de fusilamiento fue muy efectiva y logró amedrentar no sólo a Camilo, sino también a sus amiguitos de salita Rosa que venían a jugar a casa.


Meses más tarde, en una ola de frío polar que azotó Buenos Aires, tuve la excelente idea de la Hidrolavadora. Si bien era más ruidosa, el ahorro en cartuchos era importante, y el barrio pareció ver con buenos ojos este cambio de actitud, ya que algunos niños del vecindario regresaron algunas tardes a jugar con nuestro hijo. Con las primeras mojaduras llegaron las bronquitis, pulmonías y neumonías, pero no pasaba de ahí.


El protagonismo que asumí en la educación de nuestro hijo se vio rápidamente reflejado en su conducta. Mejoró las relaciones con compañeritos y maestras en el jardín, y el cuerpo de psicopedagogas y psicólogos del establecimiento lo adoptaron casi como una mascota. Dejó de comer cal y de cortarse uñas de los dedos de los pies con la amoladora, mostrando una rápida adaptación a su medio social y a su entorno afectivo.


A los seis años era un hermoso jovencito, de aspecto jovial, simpático, con un encantador aire de biólogo marino en cautiverio. Jugaba al fútbol, tocaba el piano, la armónica, la guitarra y la batería, hasta que algún empleado de Musimundo viniera a pedirle que deje de hacerlo, y había dejado el alcohol y las pastillas.


Comenzaba la primaria, una nueva etapa de su vida en la que renovaría sus amistades, sus objetivos y deseos de superación.


Mi trabajo como padre había sido bueno, Camilo era la obra de la que podía sentirme más orgulloso. Hacía más de un año que había dejado definitivamente de emplear armas de fuego para su educación y todo hacía suponer que lo que quedaba por delante era un camino de satisfacciones mutuas y logros personales y colectivos.


Nada hacía suponer que no sería así. Pero la vida, es una constante caja de sorpresas.


Continuará...

martes, 17 de febrero de 2009

LA VIDA A LOS CUARENTA


Hay barreras en la vida, que aunque invisibles, son concretas. Una de ellas, universalmente reconocida es la “Barrera de los cuarenta”. Cierto es que en algunos casos, la inmadurez innata de las personas, lleva esta barrera a horizontes más lejanos, ya que el asumir la adolescencia in eternum permite desconocer este tipo de fronteras sin complejos ni prejuicios.
No es ese mi caso. Desde el 17 de Febrero del año pasado he asumido el rol que todo hombre de cuarenta año debe asumir. Se acabaron las boludeces. Basta de risotadas en los velorios y los actos escolares de nuestros hijos, basta de tirar con migas de pan en los restaurantes, basta de colarse en las colas de los bancos y de lanzar avioncitos de papel en los cines, basta de escribir Fernando Niembro y Closs se la comen, detrás de la puerta de los baños de los shoppings, ya no más sonrisas cómplices cuando la maestra de nuestros hijos nos habla de la importancia de mantener el orden en clase.
Se acabó.
Es hora de que mis hijos me vean como el padre que soy y que mi padre vea en mí el crisol donde se funden los sueños que acuñara desde los meses de gestación.
Ya puede ver mi mujer en mi persona, a quien vele por el futuro de la familia en los años venideros, procurando protección material y espiritual, calor humano y contracción al trabajo sin pausas que permita afianzar un mañana sin sobresaltos.
En este marco de reflexión, de recogimiento, de mirada interior, pude comprender la verdadera esencia de la vida. No es un momento fácil, no es la hora de los tibios y los acomodaticios, pero es tiempo ya de ponerse los pantalones y dar sentido definitivo a una vida que no ha sido precisamente un canto al sosiego y a la prudencia.
Por eso he decidido, y en esto ya no hay vuelta atrás, tomar al toro por las astas y construir un rumbo que ya no se modifique. Basta de perder el tiempo tratando de encontrar una vocación a esta altura de la vida. Ya intenté con la ingeniería electrónica, con la psicología, con la historia, con la comunicación social, con la filosofía, y últimamente con esa patética carrera de abogado.
A la mierda con todo eso!
Yo nací para piloto de Fórmula Uno!
Si. Eso es lo que quiero ser.
Se lo comenté a mi padre hace unos días y pude notar la aprobación en su rostro, en su mudez, en su elevar los ojos al cielo juntando las manos como Ceferino Namuncurá en las estampitas.
Él siempre me apoyó. Recuerdo hace unos pocos años cuando en mi cumpleaños número treinta y ocho le anuncié que iba a ser astronauta - Eso es justo para vos, nene – me dijo.
Es que yo, en realidad, lo hago por él. Mi vida estuvo casi por entero dedicada a él.
¡La alegría que tenía ese hombre cuando obtuve aquel premio en el Instituto Superior de Formación musical y artística Latinoamericana y del Caribe! Yo cursaba Bombo I y en el acto de fin de año me promocionaron a Bombo II con mención de honor por mi trayectoria.
No era para menos, llevaba siete años intentando que me saliera la Zamba de mi esperanza, algunos de mis ex compañeros ya habían actuado en la Plaza Próspero Molina, y otros eran bombistas ya consagrados, el Tula, por ejemplo, estaba entre ellos.
Pero... - lo que cuesta vale José -, le dije a mi padre, y vaya si era valioso ese logro.
Otra gran emoción que recuerdo haberle dado fue el día que porté la bandera en el acto del 9 de julio de 1977 en el cuarto grado de la Escuela N° 24 de Gerli.
¡Qué orgulloso estaba! Cuando se lo dije no lo creía, me senté enfrente suyo en la cena, lo miré a los ojos y le dije:
- José, en el acto de mañana voy a llevar la bandera.
Él miró a mi madre y con la voz serena pero firme le dijo:
- Este pibe me toma por pelotudo, está cada día peor.
Lo tomé como un halago, sabiendo que a mi viejo siempre le había costado expresar sus emociones.
El día del acto, la Escuela era un hormiguero, no cabía un alfiler en ese inmenso patio de baldosas amarillas ornado con guirnaldas celestiblancas, banderas albicelestes, gigantescas escarapelas blanquiazuladas. Decenas de padres y madres, abuelos, hermanos, primos y tíos, acompañaban con respeto al alumnado impecablemente formado, prolijamente alineado, minuciosamente acomodado.
Por los parlantes se escucharon los primeros acordes del disco de la Fanfarria Alto Perú del Cuerpo de Granaderos a Caballo Don José de San Martín. Entonces, comencé a caminar lentamente hacia el frente, con el pecho erguido, alzado el mentón a unos 30° con respecto a la línea imaginaria que corría paralela al suelo a la altura del nacimiento del cuello, anchos los brazos y rectas las piernas, hasta que al llegar al borde del escalón del mástil resbalé, cayendo pesadamente contra la Señora Directora, la Señorita Delia y el Señor Inspector General de Escuelas tirándolos a todos a la mierda.
No se lo que ocurrió después, una especie de amnesia post traumática me acompañó durante los años siguientes y ya no pude recordar quién era por un largo tiempo.
La terapia me ayudó a salir de ese pozo y hacia los treinta años ya había recuperado mi lugar en el mundo. Fue entonces que decidí recuperar el tiempo perdido y dedicarme de lleno al estudio. Tuve una vida muy rica, no reniego de ella, pero todo Napoleón tiene su Waterloo, y yo no soy una excepción a esa regla.
Por eso en estos últimos diez años afronté los riesgos con los que el saber acecha a los curiosos y orgulloso de mi recorrido vengo a plantar bandera en esta tierra virgen que es la vida después de los cuarenta.
Ya no hay tiempo para medias tintas, ya dejamos atrás los avatares de la juventud, es tiempo de decisiones valientes, hay que desensillar hasta que aclare, no hay lugar para los ligeros de espíritu, el buey sólo bien se lame, el hábito no hace al monje, no hay mal que por bien no venga, vamos a andar. Y andar, en esta etapa de la vida, significa reafirmar las convicciones, asumirse realmente como es uno, dejar de lado las metas pequeñas y avanzar con decisión hacia los grandes objetivos.
¿Dónde está para mí la felicidad?
¿Qué es lo que me hará sentir pleno, realmente?
¿Qué quiero hacer de mi vida?
SER PILOTO DE FÓRMULA UNO.
Y si. ¿Cuál es el problema? Imposible is nothing! Menem, De la Rúa, Duhalde, Rodríguez Saá, e Isabelita fueron presidentes de la nación.
¿Leyó bien?
Menem, De la Rúa, Duhalde, Rodríguez Saá, e Isabelita fueron presidentes de la nación.
Si. ¿Por qué no puedo yo ser piloto de Fórmula Uno?
Baby Etchecopar es comunicador social, María Julia fue Secretaria de Medio Ambiente, Fredes juega en la primera de Independiente... ¿Por qué no puedo yo ser piloto de Fórmula Uno?
Es más, si se me permite otro ejemplo: Tuero fue piloto de Fórmula Uno !!! ¿Por qué no puedo serlo yo?
Tarde es para los mediocres, para los débiles, para los timoratos, pero no para un hombre que asume su liderazgo en la cadena evolutiva, su rol de eslabón mejor dotado, su figura protagónica en la historia del planeta.
Asumo entonces con plenitud mi derecho a ser feliz, a elegir mi manera de realizarme, y desde hoy comenzaré a prepararme sin prisa pero sin pausa para los objetivos que me he trazado.
Así deberán entenderlo mis afectos si de verdad me aman: se acabó el hombre que hace los asados, el que va a comprar facturas los domingos, el que arregla el lavarropas cuando se traba con los alambres de los corpiños, el que putea a la policía de tránsito cuando pasa frente al Destacamento del Puente Pueyrredón, el que infla las ruedas de las bicicletas, el que atiende al sodero y le dice al cartero que no tiene idea quién es Pablo Isi y que debe ser el dueño anterior de la casa que murió hace unos meses y que ya no lo busquen.
Desde hoy, mi vida tiene un norte preciso: me espera la velocidad, el vértigo, las decisiones tomadas en milésimas de segundo, los viajes por el Principado de Mónaco, Imola, Hockenheim, Mont Meló, Interlagos, Silverstone...
Lo siento por quienes se sientan heridos, pero es mi decisión, eso es lo que quiero ser y tengo derecho a elegir.

domingo, 8 de febrero de 2009

Carta a mis amigos de Edesur


Queridos amigos de Edesur:


Déjenme decirles que soy feliz.


Soy un hombre feliz, y debo a vuestra empresa, parte importante de esa felicidad.


Ustedes, a través de una impecable gestión en la distribución del servicio eléctrico, han dado a mi persona una de las mayores lecciones que puedan recibirse sobre el sentido mismo de la vida, la razón de la existencia del ser humano en el mundo, la comprensión de la esencia sobre la que tanto ahondaron filósofos y pensadores de todos los tiempos.


Mi vida era un pantano. Una caja de bello envoltorio, completamente hueca y vacía.
Creí durante mucho tiempo en una falsa felicidad, buscaba el placer en la cosa vana, en la risa fácil, en el chiste ligero.


Veía a Independiente, o el Clásico del domingo, rodeado de amigos en la TV de 32”, frente a ese importante ventilador de pie con palas de metal, Kacemaster industria nacional, fabricado en Haedo, de 220 Watts de potencia. A veces usaba el DVD para ver El Padrino I, II y III de corrido por enésima vez, o los videos de la Bersuit, de Police o de Pink Floyd. Dormía plácidamente después de un duro día de trabajo gracias al aire split Panasonic, de humildes 3000 frigorías. A veces, sin darme cuenta del exceso, lo juro, leía a Fontanarrosa o a Galeano bajo la lamparita incandescente de 75 Watts de mi mesita de luz. Usaba un teléfono Southwestern Bell de doble base, ambas enchufadas, que había comprado en un viaje a Ciudad del Este por un precio módico, junto con un autito a control remoto que se rompió a la primera hora de uso. Disfrutaba, (qué inconsciente era), de ver a mis hijos jugando al FIFA 2008 o al Guitar Hero en la Play, que no compré en mi viaje a Ciudad del Este por termor a que me cagaran y terminé comprando en Garbarino, donde me cagaron. Cargaba los celulares cómo si tal cosa, y hasta las pilas recargables compradas con su cargador, en aquel viaje a Ciudad del Este. Usaba mi PC con frecuencia, trabajaba con ella, escribía, descargaba y veía fotos, entraba a internet y leía los diarios y otras cosas, imprimía a veces con una vieja pero noble EPSON C67 hasta que trajeron una HP con scanner que colocaron sin sacar la otra. Usaba un ventilador Tuyu apuntando al CPU porque la fuente me andaba mal y recalentaba, lo que hacía que la máquina se apagara sola. A veces, recuerdo, Silvia padecía de algún ataque de gatodumismo y se ponía a hacer licuados y esas cosas con una Moulinex multiuso, o café en una máquinita negra muy linda que compramos en Auchan, hoy Walt Mart. En fin, esas cosas.


Qué idiota fui ! Hoy puedo decirlo sin remordimientos, sin prejuicios, sin falsas modestias: qué idiota fui !


La felicidad, señora, señor, la felicidad es otra cosa !!!


Mi vida comenzó a cambiar ese 20 de enero de 2009 cuando entré a casa y levanté el sobre que habían tirado por debajo de la puerta: decía Edesur, Factura N° 0007-18085652, Cliente N° 01073634-0, con vencimiento el 3 de Febrero de 2009 y un segundo vencimiento el 17 del mismo mes (SI, el mismísimo día de mi cumpleaños N° 41, hasta esa delicadeza tuvieron!) por un total de OCHOCIENTOS VEINTIDOS PESOS CON VEINTIÚN CENTAVOS (822,21).


Recuerdo haber llamado al 0810-222-0200, N° de llamado 10793873, y haber recibido una auténtica lección de vida de la señorita operadora, que dedicó largos minutos de su vida a brindarme una explicación brillante, cargada de argumentos técnicos y legales que yo desconocía y que desde ese día pude incorporar a mi modesto bagaje intelectual.


Cuánto aprendí de vos, querida operadora de Edesur!! Hoy, con la sabiduría y la calma que sólo da el tiempo, vuelvo mi mirada a ese día, y no puedo creer que te haya dicho si me estabas tomando de pelotudo y que vos y tu empresa se podían ir bien a la reconcha de su madre y que tendrían que estar todos presos, Menem, los gallegos que la compraron, los chilenos que la compraron después, la familia de Menem y la de Pinochet y la de Felipe González y toda esa manga de hijos de mil putas que se llenaron los bolsillos a costa de tarifas a precio dólar y gastos y salarios en pesos, y también Nadal, Fernando Alonso, el chileno Salas y los corruptos ladrones de Luz y Fuerza, que se podían meter en el orto los hoteles de Villa Giardino, Mar del Plata e Iguazú que alguna vez les usé.


Hoy no lo puedo creer. ¿Qué me ocurrió para reaccionar así? No lo se.


Admito que no fue la primera vez, pero eso no agrava mi culpa sino que la atenúa. ¿Debo ser tratado por personal adecuado para mi psiquis explosiva? Tal vez.


Algo similar me había ocurrido hace unos meses cuando recibí una factura de Telefónica de
$ 586,47 y la chiquita que atendió mi reclamo me dijo: no se preocupe señor, páguela y después reclame que seguramente debe haber algún error. Aquel día, tuve el tupé de intentar reclamar personalmente en Telefónica de Av. Mitre. Qué boludo fui! Señor, usted no sabe que los reclamos son sólo telefónicos ? me dijeron con buen tino y medido recato. Cómo yo no sabía eso !!! Qué pedazo de pelotudo era entonces! Encima, creyendo tener razón y creyéndome no sé qué cosa, di un puntapié al mostrador causando la caída de una impresora que estalló en el piso, provocando la atenta corrida del señor de Prosegur, a quien mandé equivocadamente a la concha de su madre.


De otros hechos, no voy a comentarles, queridos amigos de Edesur, porque mi natural verguenza neutraliza mis necesidades orales. Pero sepan que ya no soy ese energúmeno, ya no soy ese negro kilombero que por no se qué cuenta pendiente arrastrada desde la infancia, provoca y ataca los bienes muebles e inmuebles de las empresas de servicios públicos, legalmente privatizadas por el estado nacional, en procesos ajustados a derecho hasta tanto Dios y la Patria no ganen las demandas respectivas si alguna vez deciden presentarlas.


Por ello decidí escribir esta carta, para agradecerles lo que han hecho por mi. Hoy los domingos juego al ludo matic con mis amigos, mis hijos salen a cazar pájaros y ratas a la esquina de casa, donde un pozo de tres metros de diámetro y dos de profundidad realizado semanas atrás por los hermanos de AYSA ha renovado la fauna de nuestro hábitat dando nuevos bríos a todo el ecosistema de la zona, duermo en la terraza, admirando los millones de estrellas que brillan en el firmamento y disfrutando de los vientos admirables de este lugar del mundo, veo viejas fotos kodac que me han reencontrado con mis ancentros de quienes prácticamente había olvidado sus rostros, disfruto de cada hoja que la brisa traslada con ternura maternal, me levantan los rayos de Febo o la sirena de los bomberos de Sarandí.


En definitiva, señores de Edesur, soy otro. Y buena parte de eso, se lo debo a vuestra empresa. No alcanzarán los días que tengo por delante para construir un agradecimiento acorde al que merecen.


A los pies de Ustedes.

PAPÁ !


Y si... vos viste como es esto... Uno no quiere quedar como un pelotudo. Al fin y al cabo somos pendejos también nosotros.

Es cierto que el kilombo ya nos rompe un poco las bolas.

¿La música alta me gusta eh? Si lo la escuchaba más alto que esto; esto es silencio para mi, pero un poquito bajala nene, un poquito.

Es por vos... sos chiquito y eso a la larga te va agujereando el oído, ¿viste? Mirá tu abuela como está de sorda, ¿Te gutaría estar así, que no escuchés un carajo y todos te hagan mímica con la boca para que te subas el audífono y después pegarte un grito que quedás retumbando por dos horas? Je, bajá la música, papá, yo se lo que te digo...

Vos no sabés lo que fue ver a los Rolling en River, nene, JE ! Porque ahora son “Los Stones”, pero para nosotros siempre fueron “Los Rolling”. Las dos veces fui. Mamita, qué me vas a venir a contar... Por eso te digo, OJO cuando vas a esos recitales que vas vos, Intoxicados, las Pastillas del Abuelo y todos esos mamarrachos, no te zarpés nene, mirá que hay cada gil ahora en la calle. Ahora no es como antes que te recagabas a trompadas y listo, ahora cualquier boludo saca un chumbo y ¡pum! a la mierda. Ya no hay guapos, nene.

La cancha igual. Yo te digo... ¿Para qué mierda vas a ir ahí a saltar como un infradotado? Te afanan, te cagan a piñas, te turrea la cana. Para qué? Vení a ver el partido a casa con los pibes, loco. Es otra cosa, cómodos como duques, sillón, cervecita. Je! Eso es fútbol ! Si igual, para lo que hay que ver... Vas a estar tres horas todo apretujado para que después salgan todos a defenderse contra Gimnasia de Jujuy y termines puteando el cero a cero y gritándole a Montenegro que porque no vuelve a jugar a Rusia la puta madre que lo reparió. No, nene, no... El día que le ganamos a Boquita la final de la liguilla... Sabés lo que fue eso, nene... y el día del 4 a 0 a Huracán, que salimos campeones con baile, a lo Independiente, a lo Brasil del 70, je! Mamita... Eso ya no existe más, nene... ¿Qué vas a ir a ver, a Gandín vas a ir a ver? ¡Por favor!

O sea, no es que te rompo las bolas... No, yo te digo, aprovecha la experiencia, nene... Ahora es todo distinto. ¿Boliche? ¿Qué boliche?... Boliche era Underground, el Country de Bánfield, Le Paradise era boliche, que me venís con estas porongas de ahora que van todos drogados con el speedy y terminan acuchillándose en vivo y en directo para Policías en Acción. Pará! Eso no es ser vivo eh! ¿Qué me venís? Boliche... Por favor! Se alquilan una película y se vienen a casa, nene, con las minitas, los vagos, un fernetcito, un par de cocas, y se quedan hasta que amanezca... ¿Qué problema hay? ¿Sos boludo, vos? Qué vas a ir a pagar a esos bolichones si acá están mejor, papá! Boliche...

Con lo que quiero que la cortes es con esa boludez de la moto. Yo sé porque te lo digo, no te creas que las motos las inventaron ustedes, eh. Yo andaba en dos ruedas cuando vos ni estabas en los huevos. ¿Moto? ¡Ja! Moto... Andá a cagar... Nosotros las desarmábamos tornillo a tornillo, no como estos boluditos que pinchan la goma y no saben que hacer. Cuando hicimos la caravana a Chile cruzamos la cordillera llena de nieve. ¿Sabés como iban las motos? ¡De costado todo el camino! Eso es manejar una moto. Ahora es otra cosa. vas, te fumaste un caño, le diste al casco a la minita como un caballero y te estrolaste contra un palo y andá a la concha de tu madre; no existís más. Son todos vivos son. ¿Qué moto? ¡Moto las pelotas mías! Esperá y comprate un auto, ¿qué moto ni moto? Con eso no me rompás las pelotas. Moto... Dejate de joder.

Yo a tu edad también quería vivir de la música, ¡Qué estudiar ni estudiar! ¡A mi dame una viola y dejame vivir, y que vayan a la oficina los giles, je! Y ahí no había boludeces eh... Nada de Famosos por un día ni Talentos Argentinos, ni la academia de las pelotas, ahí tocabas o no tocabas, y era romperse el culo todo el día y juntarse a tocar y tocar, y juntar la guita para el flete y chamullarse al del bar para tocar un viernes y asegurarle veinte entradas. Así es la cosa, no como ahora... Casting, profesor de canto, mejore la afinación, señorita... ¡Ja! ¡Mierda! Tocabas y te arreglabas vos, y si eras malo te tiraban con las sillas, boludo, ¿Qué mierda es eso de estás nominado, estás nominado? Eso es una verga total, no es ni música ni nada... Por eso después salen esos salames que cantan dos semanas en todos los canales y desaparecen para siempre... ¡Y encima se creen que son Sinatra! No, si vos los escuchás hablar y se la creen eh! - Si, yo me preparé mucho para esto, y estas es mi gran oportunidad y yo sé que tengo con qué- ¡Ja! ¿Con que qué tenés, pelotudo? ¿No te escuchaste cantar la puta madre que te parió? Y encima tenés que aguantar a la madre que cuente como hizo para criar a este gardelito, al padre para que cuente los sacrificios que hizo para que al nene no le falte una guitarra, y que él quiere que el nene sea como Santaolalla, o como Keith Richard, o como Mirta Legrand, aunque sea, pero que sea alguien. Y nadie jamás le retrucará: ¿Cómo que sea alguien? ¿Y hasta ahora, no es nadie? ¡Je! Músicos... Andá a la mierda...

Y así todo, nene... Así es la vida...

Por eso yo te digo eh... lo único que quiero, el único consejo que me permito darte, nene, es que seas feliz, que vivas la vida, que hagas lo que tenés ganas de hacer, nene, disfruta la libertad que te damos con mamá, nene... Hacé tu propio camino, sin importar lo que te digan... Agradece a la vida estos padres que te han tocado y no confundas libertad con libertinaje, nene.

Nene, quedate durmiendo un rato más que total los invitados van a llegar después de las cinco. Parece mentira, cuarenta años ya, nene... Quien lo diría... Cómo pasa el tiempo...